No hagas cosas buenas que parezcan malas

No tengo nada en contra de los actos espontáneos, poco previstos y hasta descuidados cuando sus efectos son inocuos; sin embargo, tiene mucha razón el viejo y conocido refrán: No hagas cosas buenas que parezcan malas.

Algunas veces, las personas adoptamos ciertas actitudes o hábitos, que nos pueden parecer normales, principalmente cuando los repetimos constantemente y con personas cercanas. Pero, en ocasiones, dichos comportamientos pueden surgir naturalmente con los demás. Algunos no le darán importancia, otros les parecerá intrascendente y habrá aquellos que armarán una tormenta en un vaso de agua. En este caso, situaciones que no eran importantes y mucho menos malas, pueden ser consideradas como algo fatal.

Así como el refrán, también es cierto que todo está en el ojo de quien lo percibe, pero ¿qué se puede esperar de quien siempre ve lo malo y negativo? Todas las personas somos un mundo distinto, por lo cual actuamos de diversas formas, al igual como reaccionamos. Pero eso no justifica el sobredimensionar o ser intransigente ante las explicaciones y las disculpas.

Nadie es perfecto, simplemente somos humanos con una constante lucha entre el bien y el mal. Cada uno decide lo que quiere hacer y no es mala idea tener siempre en cuenta el consejo de no hacer cosas buenas que parezcan malas, porque para hacer algo malo no hay que fingir… hay que hacerlo todo a la mala, pero, como dice una canción, no hagas nada malo que no hiciera yo.