Este post quiero dedicarlo a todas mis ex novios: Aquellos quienes aún se cruzan por algún recuerdo y esos, que si me preguntan, no me acuerdo ni cuándo estábamos; pero bueno, esto va para ustedes que construyeron parte de lo que ahora soy.
A aquellos que piensan que aún me muero por ellos… Ni lo sueñen, no me interesan y además ya no tienen chance. A lo que piensan que me lastimaron… Tranquilos, hay gente que sufre por cosas verdaderas y ustedes sólo me enseñaron a sonreír, sí, a ser feliz conmigo misma y de lo que puedo dar. Cada día me ayudaron a demostrarme a mí misma cuan fuerte, inteligente, amada y buena mujer puedo ser.
Después de haber jugado muchas veces el papel de víctima, de quedarme llorando en cama sin querer hacer nada, de sufrir y sufrir por algo que no tenía sentido; un día me levanté y me dije: “ya es hora de vivir”. Pues, sí, era hora de dejar todo atrás y empezar conmigo misma.
Entonces descubrí que no era amor lo que sentía por aquellas efímeras ilusiones. Me aferraba a ellos con tanta fuerza, creía que nadie me iba querer así, que solo por ellos podía sonreír, que sus errores eran pasables. Es cierto, me dieron verdaderas alegrías, pero en realidad esa necesidad de aferrarme era una dependencia, un miedo a estar sola y un miedo a encontrarme.
No me gustaba la idea no tener nadie con quien compartir. Entonces me convertía en lo que ellos querían que sea. Si querían alguien sumisa, pues lo era. Si necesitaban apoyo, yo me podía ser como su mamá. En ninguna de mis relaciones era yo. En ninguna me enamoré. Y esta vez lo digo no porque ya apareció alguien en mi vida. Alguien más para depender, no. Esta vez lo digo porque estoy sola, aprendiendo a quererme, a conocerme y aceptarme.
No maldigo los malos momentos, ahora sé que tenía que vivirlos para aprender. Nadie escarmienta en cabeza ajena. Y tampoco digo que no volveré a sufrir, a caer, a equivocarme. Ahora ya entendí que no es malo estar sola porque tengo la convicción de que no necesito aferrarme a nadie para ser feliz.
A veces no nos enamoramos, sino que nos acostumbramos y generamos dependencia. Es hora de entender que la felicidad no viene de otros… Brota de nosotros mismos.
Adaptación de la publicación de una fiel lectora